Historia del club
1919-1928. Primeros pasos del Hércules Football Club
Aunque el Hércules Football Club se legalizó en 1922 tenemos constancia de su existencia desde al menos 1919, cuando participó en la Copa Excelsior, organizada por la Sociedad Deportiva del mismo nombre. El primer partido lo disputó el 22 de junio de ese año con el Athletic Club Benaluense y vencieron los herculanos por 2 goles a 1. Además de debutar con una victoria, fueron los ganadores del torneo.
La creación del Hércules no se puede explicar sin la figura de Vicente Pastor Alfosea, el “Chepa”, su alma mater y un apasionado del fútbol. A finales de los años 10 un grupo de amigos, capitaneados por él, entrenaban en la zona de la Montañeta y en los desmontes de la actual plaza de Los Luceros y decidieron formar una sociedad. El nombre elegido para denominarla fue el de “Hércules” por ser un hombre fuerte e invencible, características que Vicente Pastor quería ver reproducidas en sus equipos. Desde el principio, el uniforme del club fue una camiseta blanquirroja, pantalón negro y medias del mismo color con vueltas blanquirrojas, colores que también estaban presentes en su insignia fundacional.
Vicente Pastor, El Chepa, fundador del Hércules F.C.
Durante sus primeros años el Hércules fue un club modesto, sin campo propio, pero la calidad de sus jugadores infantiles no pasó desapercibida para las grandes sociedades deportivas alicantinas. Así, en noviembre de 1920 los principales jugadores herculanos ingresaron en el Grupo Deportivo del Círculo de Bellas Artes, que junto al Club Natación eran los dos clubes más potentes del momento. No obstante, los de Vicente Pastor se rehicieron y decidieron legalizarse como sociedad como primer paso para federarse. El 18 de septiembre de 1922, una comisión presidida por José Masiá elaboró los estatutos, que fueron aprobados por el gobernador civil el 20 de octubre del mismo año.
Insignia fundacional del Hércules Football Club.
Una vez inscrito en la Federación Regional Levantina de Clubs de Football, ya bajo la presidencia de Alberto Misó, podía competir con otros clubs federados y participar en el Campeonato Regional dentro del grupo B de primera categoría (segundo nivel federativo). La temporada 1923-24 consiguió el mayor éxito de esta etapa, ya que se proclamó campeón de la sección sur. Tras vencer al S.C. Castalia, campeón de Castellón, había de enfrentarse en la final regional al campeón de Valencia, el Stadium F.C., pero no pudo disputarla por no poder costear los desplazamientos. Esa misma temporada, en la máxima categoría (el grupo A), un club alicantino se proclamó campeón regional por vez primera. Fue el Club Natación Alicante, el club hegemónico de la ciudad hasta su desaparición en 1927 a causa de sanciones federativas.
En la temporada 1928-29 el Hércules y el resto de los clubes alicantinos, debido a múltiples discrepancias, abandonaron la Federación Valenciana y se inscribieron en la Murciana junto a los clubes de Albacete y Murcia, donde los herculanos fueron encuadrados en la segunda categoría.
1928-1936. Camino a la cima
La desaparición del Club Natación trajo consigo un declive del fútbol de la ciudad. Se pasó de competir con clubes punteros a ver partidos de inferior categoría. Esta etapa histórica se inicia el 4 de noviembre de 1928, cuando el Hércules F.C. viste por primera vez con los colores blanquiazules del Natación. Fue en La Florida, el antiguo feudo de los nadadores, en el primer partido del Campeonato Regional de Murcia que le enfrentó al Albacete F.C. y en el que se homenajeó a José Muñoz Gomis, introductor del fútbol en Alicante. El Hércules presentaba su candidatura para llenar el vacío dejado por el Natación y convertirse en su heredero.
El primer éxito no se hizo esperar. En 1930, bajo la presidencia de Eduardo Campos, el Hércules se proclamó campeón regional amateur y subcampeón de España de la misma categoría con jugadores como Jover, los hermanos Ayguadé, Vicedo o Batista. A partir de ese momento, prácticamente cada temporada se conseguiría un nuevo logro. Así, en la 1930-31, ya con Manolo Maciá en el equipo, los herculanos fueron incluidos en la primera categoría regional y la temporada siguiente, con Alexander Finning en el banquillo y con la incorporación de Ramonzuelo, quedaron primeros de grupo en el Campeonato de Liga de Tercera División.
Vicente Pastor forma con el equipo campeón de Tercera. Gorgé, Ramonzuelo, Ayguadé, Jover, Maciá I, Florencio, Maciá II y Juanele. Agachados: Gorduras, Monllor, Páez y Cuenca.
El Hércules, bajo la presidencia de José Antonio Larrinaga y con el mecenas Renato Bardin Mas en la directiva, se había convertido en el primer equipo de la ciudad y desde el 18 de septiembre de 1932 contaba con un estadio propio, Bardin, con una capacidad de 8.000 espectadores que después fue ampliada a 12.000. Ese mismo año el club estrenó el escudo que conocemos actualmente, también adoptado del Club Natación, con el cambio de las siglas CNA por las de HFC. El Hércules, con refuerzos como Manolo Suárez, David Gámiz, Salvador o José Torregrosa, se proclamó campeón de grupo de Tercera y disputó la fase de ascenso a Segunda, en la que fue eliminado por el Centre d’Esports Sabadell. La misma temporada consiguió su primer campeonato regional, que le clasificaba para el campeonato de España (Copa de la República) por primera vez en la historia y donde tuvo un meritorio papel hasta ser eliminado en octavos de final por el Betis Balompié.
Portada de la revista Stadium, con la noticia del ascenso del Hércules a Primera.
La segunda temporada en Bardin (1933-34) el Hércules fichó, entre otros, a los jugadores canarios Pérez, Tatono y Múgica. Disputó la Liga de Tercera División, pero no se pudo clasificar para la fase de ascenso. Después del fracaso liguero, en la Copa de la República, consiguió un gran éxito al llegar a cuartos de final.
La gran noticia de la temporada siguiente (1934-35) fue el ascenso del Hércules a Segunda División gracias a una reestructuración de la categoría, que pasó de 10 a 24 participantes distribuidos en 3 grupos. Los blanquiazules aprovecharon esa gran oportunidad de la mejor manera posible: fueron campeones del grupo III, por delante del Murcia F.C., Levante F.C. y Elche F.C., y pasaron a una fase de ascenso integrada por 6 equipos que disputarían una liguilla. Los herculanos, dirigidos por Manolo Suárez, se proclamaron campeones y ascendieron por primera vez en su historia a la máxima categoría gracias a un gol de Blázquez en un mítico partido contra el Celta disputado el 28 de abril de 1935 en Bardin.
El estreno herculano en Primera División (temporada 1935-36) no pudo ser mejor, ya que finalizó en una excelente sexta posición. Los blanquiazules, que se habían reforzado con Tormo y Rosalén, realizaron una actuación en la Copa de la República que no desmereció a la realizada en la Liga, ya que consiguieron llegar nada menos que hasta semifinales.
1936-1939. El paréntesis de la guerra
El golpe de Estado de julio de 1936 se produjo cuando ya había finalizado la temporada de Primera División, con los jugadores de vacaciones, e interrumpió el momento dulce en el que se encontraba el Hércules, que sin duda iba a ser uno de los equipos punteros del Campeonato de Liga de la temporada 1936-37, que finalmente no se disputó.
Cromo de Manolo Maciá de la temporada 1936-37.
Alicante permaneció fiel a la República y se convirtió en una ciudad de retaguardia durante la contienda, lo que le permitió mantener una cierta actividad deportiva. No obstante, a medida que transcurría la guerra, las sociedades deportivas iban perdiendo tanto jugadores como socios y se disputaban cada vez menos partidos.
El club no se escapó de las incautaciones que se produjeron en el ámbito deportivo y tuvo una directiva con miembros propuestos por la Comisión de Incautación de Industrias, entre los cuales fue elegido presidente Enrique Picó Carratalá. La única competición oficial en la que pudo participar fue el Campeonato Súper-regional de Valencia-Murcia (temporada 1936-37), en el que el Hércules quedó subcampeón a un solo punto del Valencia.
En 1938 el club blanquiazul organizó un campeonato local amateur denominado “Copa Hércules”, en el que participaron 6 equipos, entre ellos uno herculano, que lo hacía fuera de concurso. Ese mismo año tuvo lugar el último partido del primer equipo del Hércules durante la guerra. Fue un amistoso disputado el 15 de mayo en el estadio Bardin frente al C.D. Libertad, que finalizó con un 4-1 para los de casa. Posteriormente se disputaron, también en Bardin, diversos encuentros en los que los participantes eran exclusivamente equipos militares.
No queremos olvidar la figura de José Navarro Alemañ, empleado del club que se quedó a cargo de la Secretaría y que consiguió conservar el estadio y los bienes de la entidad en unos tiempos convulsos. Tampoco podemos dejar de recordar a los herculanos caídos durante la contienda. Manolo Suárez de Begoña, su entrenador, fue asesinado por milicianos de la F.A.I. el 25 de agosto de 1936 y Ramón Mendizábal, entonces aviador del ejército sublevado, falleció el 11 de febrero de 1938 en un accidente cuando realizaba un vuelo de entrenamiento en Badajoz. Por último, al poco de finalizar la guerra, el 18 de junio de 1939, la familia herculana se despertó con otra triste noticia: Vicente Pastor, su fundador, había fallecido prematuramente.
1939-1954. Instalados en el fútbol de élite
Tras la guerra civil, el Hércules se proclamó campeón regional de Murcia en 1939-40, pero sufrió la pérdida de uno de sus máximos precursores como fue Renato Bardin Delille (mayo de 1940). En Primera División volvió a alcanzar un sexto puesto en Primera División, dando la liga al Athletic Aviación en un sensacional partido al empatar a tres en Bardin contra el Sevilla de Campanal. Una semana antes, un gol de Tormo en Chamartín supuso la primera victoria blanquiazul ante el Real Madrid.
La alineación herculana del inolvidable encuentro contra el Sevilla. Tatono, Adrover, Tormo, Aparicio, Maciá, Pardo y Salvador. Agachados: Medina, Vilanova, Conde y Pérez.
El club fue perdiendo fuerza deportiva y económica con el paso de los años y en la temporada 1941-42 pasó a llamarse Alicante C.D., coincidiendo con el primer descenso a Segunda División.
Pronto volvió a su histórico nombre de Hércules. La década de los cuarenta aún tuvo otro ascenso a Primera en la temporada 1944-45, de la mano de Pagaza, contra el Barakaldo en Bardin, en el que se sacó a hombros… al guardameta vasco cuando el conjunto blanquiazul remontó el inicial gol de los vizcaínos. Fue un rápido sube y baja.
En 1945 se produjo el homenaje a Manolo Maciá, mito del herculanismo, en un partido frente al Real Madrid.
El club estuvo nueve campañas en Segunda hasta que el asturiano Amadeo Sánchez en el mando técnico y el primer olímpico alicantino Juanito Pastor en la presidencia construyeron un gran equipo en el que se mezcló la veteranía de Pina, Ernesto o Calsita con la juventud de los tres juveniles cedidos por el Real Madrid, Durán, Roth y Marsal además de Antoniet y Armengol. Los cinco sumaban solo 102 años y formaban la delantera “juvenil”.
El club blanquiazul consiguió el 27 de junio de 1954 un ascenso muy celebrado en Bardin contra Osasuna al que se venció por dos a cero, con goles de Pina y Roth. Este fue el último partido del Hércules en el campo de Benalúa antes de jugar en La Viña. Renato Bardin Mas no volvió a ver al Hércules y también dimitió Juanito Pastor como presidente.
Durán, Antoniet, Roth, Marsal y Armengol. La delantera “juvenil” herculana en un partido frente al España de Tánger.
El equipo que venció a Osasuna y consiguió el ascenso. Llebaría, Navarro, Alvarín, Santos, Campillo y Ernesto. Agachados: Durán, Pina, Roth, Marsal y Armengol.
1954-1971. Luces y sombras en La Viña
Tras el ascenso de la temporada 1953-54, el Hércules solo permaneció dos temporadas en Primera. La primera de ellas destacó un joven guardameta gallego, Pazos, que más tarde llegaría a lo máximo con el Elche. Fue una gran temporada en la que se alcanzó un sexto puesto y acabaron imbatidos en La Viña. Con la visita del Real Madrid de Di Stefano el 3 de octubre de 1954, el viejo campo de La Viña se quedó pequeño. El partido comenzó con media hora de retraso, ya que había gente dentro del terreno de juego y la Federación Española sancionó al Hércules con 2.500 pesetas. Volvió a la presidencia Alfonso Guixot, pero sufrió un infarto viendo al equipo en noviembre de 1955 contra el Real Madrid del que ya no se recuperaría hasta su fallecimiento en enero de 1956.
Una gran parada de Pazos en La Viña.
El equipo herculano, desconcertado deportiva e institucionalmente, resbaló primero a Segunda División y rápidamente acabó en Tercera en la temporada 1958-59. Allí se encontró rivales provinciales como el Alicante, Villajoyosa, Callosa, etc.
Con un jovencísimo Luis Aragonés en plan estrella, los blanquiazules arrasaron en la categoría de bronce y ascendieron rápidamente a Segunda División.
El comienzo de la década de los sesenta contempló un Hércules en Segunda, que fue construyendo un equipo muy recordado por la afición en el que destacaba un extremo extraordinario natural de Orihuela: Ramón. También sobresalían el canario José Juan (“el gran capitán”) o “Superman” Toledo. En la temporada 1965-66, tras ganar al Calvo Sotelo, el equipo herculano volvió a Primera. Fue un paso efímero por la división de oro, salpicada por el truncado traspaso de Ramón al Atlético de Madrid, tras advertir una enfermedad cardiaca en el jovencísimo jugador blanquiazul, que motivó su retirada prematura.
Entrada del homenaje a Ramón.
Nuevamente el club se desplomó hasta Tercera División. Allí el nuevo presidente Tomás Tarruella Alonso reactivó a la afición con verbenas, becerradas, tómbolas, etc. La afición blanquiazul reaccionó y escoltó al equipo por todas las rutas de Tercera. La primera temporada, a pesar del esfuerzo y haber logrado el campeonato en un dramático duelo con el Cartagena, el Hércules fue frenado primero por el Castellón y luego por el Ilicitano. Pero a la temporada siguiente llegó César y tras volver a ser campeón y caer en la primera oportunidad frente al Logroñés en una durísima eliminatoria con desempate en el Bernabéu, en la segunda opción frente a Osasuna consiguió ascender a Segunda División.
1971-1986. Rico Pérez y Arsenio, arquitectos del gran Hércules
En marzo de 1971 se produce un hecho clave en la historia herculana: José Rico Pérez alcanzó la presidencia. El Hércules se recuperó y consiguió pagar la hipoteca de La Viña para después venderla y con ese dinero adquirir unos terrenos en la ladera del Castillo de San Fernando para construir un nuevo estadio. Deportivamente tuvo el susto de una eliminatoria de promoción durísima frente al Cartagena. El partido de vuelta se conoce como la “batalla de El Almarjal”, pero el Hércules permaneció en Segunda.
A su banquillo llegó primero el húngaro Janos Kalmar y luego el arquitecto del ascenso: Arsenio Iglesias, que firmó en el verano de 1973. Tras una gran temporada y una lucha cerrada con el Betis y el Salamanca consiguió un brillante subcampeonato y el ascenso después de una recordada victoria otra vez en El Sadar por un gol a dos. El recibimiento en Alicante fue apoteósico.
Además, el club estaba a punto de inaugurar el nuevo estadio. Una asamblea ilusionada aprobó el nombre de José Rico Pérez para la nueva instalación, que se inauguró contra el Barcelona de Cruyff el 3 de agosto de 1974.
Entrada de la inauguración del Rico Pérez contra el Barcelona.
La alineación del ascenso en Pamplona: Humberto, José Antonio, Eladio, Rivera, Andreu y Pachón. Nagy, Betzuen, Baena, Varela y Aicart.
Tras el ascenso el Hércules vivió su época más dorada en Primera División. Ocho temporadas consecutivas en la máxima categoría. De la mano de Arsenio, consiguió un quinto y un sexto puesto consecutivos, además de unos cuartos de final de Copa del Rey, tras eliminar al Real Madrid y Valencia y solo ser frenado en la lotería de los penaltis contra el futuro campeón: el Betis. El equipo herculano se quedó a cuatro goles de Europa en la temporada 1974-75. Baena, Barrios, Giuliano, Saccardi, Kustudic y Amador, entre otros, quedaron escritos con letras de oro en la historia herculana.
Una alineación de lujo de la temporada 1975-76. José Antonio, Saccardi, Santoro, Rivera, Quique y Giuliano. Agachados: Arieta, Baena, Juan Carlos, Betzuen y Carcelén.
El Hércules, que empató tres veces consecutivas en el Camp Nou llegó a ser un equipo temido y respetado en el fútbol español. Un 3 de diciembre de 1980 se apagó la estrella de Giuliano. En un partido de Copa del Rey frente al Cartagena una entrada terrible le destrozó la rodilla. El club sintió su baja de una manera amarga y la temporada 1981-82 acabó descendiendo a Segunda División.
Alicante fue sede del Mundial 82 y acogió a la Selección Argentina de Maradona, que se había proclamado campeona del Mundo en su país en 1978.
El Hércules, se recompuso y no tardó en volver a Primera con un equipo joven dirigido desde el foso por Carlos Jurado y desde el campo por Parra. Una victoria por dos a cero frente al Castellón en un Rico Pérez abarrotado le catapultó otra vez a Primera.
El Hércules que ascendió frente al Castellón. Espinosa, Mañuz, Cartagena, Fabregat, Álvarez. Agachados: Santi Bakero, Sanabria, Herbera, Rastrojo, Parra y Reces.
Puncho y Sanabria celebran el triunfo en el Bernabéu.
En la temporada 1984-85, el club blanquiazul consiguió una heroica salvación en el Santiago Bernabéu, derrotando al Real Madrid con un recordadísimo gol de Sanabria. El club había incorporado en diciembre a Mario Kempes, que pronto se convirtió en ídolo de la afición.
Fue una alegría efímera, pues la temporada siguiente acabó con un nuevo descenso a Segunda al venirse abajo el equipo con la marcha de Kempes a Austria.
1986-1993. Años de plomo
Tras el descenso de 1986, el Hércules entró en una enorme crisis económica y deportiva que le condujo a Segunda B en 1988. El descenso se plasmó en una triste derrota frente al Castellón por uno a dos, con un gol en propia meta increíble.
Emilio Orgilés acudió al rescate, pero al cuadro blanquiazul le costó cinco largos años salir de una categoría maldita. A finales de febrero de 1991 falleció en Santa Pola Manolo Maciá. Con él se fue gran parte de la historia del club.
En mayo de 1991, en el Rico Pérez, el Hércules y su afición sufrieron uno de los golpes más duros de la historia herculana al perder cero a tres y quedarse fuera de una promoción de ascenso que se tenía en la mano.
Sin embargo, en 1992 llegaron dos hombres que resultarían claves en el resurgir blanquiazul. En la presidencia, procedente del Benidorm, Aniceto Benito y del Badajoz un goleador llamado Eduardo Rodríguez.
1993-1999. Renacimiento y vuelta al infierno
Los años de plomo dieron paso a una nueva ilusión, a una generación que encandiló de nuevo a la afición, seducida en gran parte por una figura que batió todos los registros. El gaditano Eduardo Rodríguez comandó el resurgimiento de un club atrapado en una Segunda B en la que nunca había competido y que se le comenzaba a atragantar. La campaña 92-93 fue larga y el Hércules de Quique Hernández en el banquillo y Aniceto Benito en la presidencia no logró asentarse en los puestos de promoción hasta la segunda vuelta, donde enganchó una racha que olía a éxito rotundo. El técnico de Anna, la seguridad de Falagán en la portería (¡qué partido con el Salamanca!), la fiabilidad de Paquito y Parra o los goles de Paco López auparon de nuevo al club a Segunda. Aquella campaña Rodríguez pulverizó cualquier marca y anotó 40 goles entre Liga, Copa y promoción. Fue el máximo goleador del fútbol español.
El once que venció en el Martínez Valero (1-2). Parra, Julio, Rafa, Cantero, Falagán y Dani. Agachados: Azuaga, Armando, Torres, Paco López y Eduardo Rodríguez.
Las temporadas siguientes fueron de transición hasta que en la 95-96 la fiesta se volvió a instalar en Alicante. El equipo, ahora comandado por Manolo Jiménez, se puso líder de Segunda en noviembre y ya no soltó el primer puesto. Fue una temporada tan redonda que el Hércules ascendió a Primera a falta de tres jornadas por disputarse, el 27 de abril de 1996 en el Vivero de Badajoz. En una campaña coral, donde sobresalió una hornada de alicantinos fantástica (Marí, Lledó, Antón, Paquito, Palomino, Varela…), el premio gordo se lo llevó el ilicitano Sigüenza, autor material del tanto del ascenso tras una buena jugada de Rodríguez. La aportación de Jankovic, Visnjic o el gran Manolo Alfaro fue también determinante.
El Hércules que ascendió en El Vivero de Badajoz. Pavlicic, Gonzalo, David, Valerio, Eduardo Rodríguez y Antón. Agachados: Varela, Paquito, Visjnic, Alfaro y Palomino.
El Hércules llegó a tiempo a la Liga de las Estrellas, la denominación que recibió la competición española en la 96-97, la primera tras la célebre Ley Bosman, el fin de las restricciones para jugadores extranjeros. Aquel curso los alicantinos cayeron a los puestos de descenso en la jornada tres y no fueron capaces de salir de ahí; eso sí, se dieron el gusto de ganarle las dos veces al Barça de Ronaldo y Figo.
En la 97-98 con David Vidal estuvo cerca de meterse en la cabeza de la tabla para pelear por regresar a Primera, pero no fue así. Aniceto Benito había dejado la presidencia y el club comenzó a entrar en una dinámica altamente peligrosa. En la 98-99 y acuciado por las deudas, bajó de nuevo a Segunda B, donde naufragaría tristemente durante seis temporadas.
1999-2005. Travesía por el desierto
Con otra vez toda la historia por hacer, el Hércules, ahora propiedad del constructor Enrique Ortiz, comienza la 99-00 como líder de la Segunda B gracias a una remesa de canteranos como Vicente Verdejo o Manolo Martínez y algún que otro veterano que aceptó jugar en el tercer peldaño, como Conte o Visnjic. Los resultados, no obstante, decaen en la segunda vuelta y Manolo Jiménez es despedido. El Hércules llega a la promoción de ascenso, pero sólo gana un partido de seis y amplía su pena.
Los años pasan y el Hércules sigue anclado en Segunda B, la travesía es dura aunque en la 01-02 se asoma nuevamente a la promoción bajo la batuta de Felipe Miñambres, que había cogido el equipo tras el cese del canario Álvaro Pérez, pero vuelve a pinchar en el momento clave. La nota más destacable de aquel periplo es, sin duda, el protagonismo de varios jugadores de la casa, ya que se asientan varios jóvenes como el portero Toño, el extremo Fernando y, un poco más adelante, Miguel de las Cuevas. La llegada de Javier Subirats a la dirección deportiva supone un vuelco trascendental para el equipo, que comienza a firmar a jugadores del Valencia (Sisi, Carlos Pérez, Butelle…) y a otros contrastados que serán vitales para el retorno de categoría.
En la 03-04 se planta la semilla de lo que será el nuevo Hércules, con Granero como entrenador y la llegada de futbolistas de la talla de Sergio Fernández, Sergio Mora, Nano o Merino; todos ellos (además del sevillano Castro, que llegó en 1999) serán protagonistas en el ascenso del curso siguiente. La nota luctuosa fue la muerte de Humberto, exportero y entonces miembro del cuerpo técnico, durante el verano de 2004, en medio de la pretemporada.
2005-2014. Gloria efímera
El retorno se escenifica el 25 de junio de 2005 en Alicante, después de haber dejado sentenciada la eliminatoria en el partido de ida en Alcalá de Henares. Sacaba la cabeza el Hércules de nuevo después de un trayecto espinoso que casi da con los huesos de la entidad. Aquella 04-05 tampoco fue un camino de rosas y el club cesó a Granero y contrató a Juan Carlos Mandía; a la postre, el técnico del ascenso. Varios jugadores elevaron su caché y llevaron en volandas al club; para el recuerdo, el ejercicio de Álvaro Cámara, con algún que otro gol de bella factura y capital para el ansiado regreso.
El Hércules que ascendió contra el Alcalá en el Rico Pérez. Butelle, Jordi Martínez, Cámara, Carlos Pérez, Kiko Ratón, Sergio Fernández y Vicente. Agachados: Castro, Miguel, Sisi y Nano.
Ya en Segunda, el club vendió a Miguel de las Cuevas, su última joya de la cantera, y fue armando un equipo potente, aunque ello no le garantizó el éxito hasta el paso de varias temporadas. La inestabilidad fue la tónica de los dos primeros años, pero el Hércules se mantuvo en Segunda gracias a la aportación de jugadores como Moisés o Sendoa, que rápidamente calaron en el herculanismo. Durante esa época aterrizaron en Alicante dos jugadores de primera fila que necesitaban relanzar sus carreras y que cambiaron el rumbo del club para siempre: Farinós y Tote. Ellos fueron la imagen de ese Hércules que en la 08-09 se quedó a un paso de la Primera División. El equipo de Mandía terminó cuarto en Liga y no ascendió, pese a hacer 78 puntos, algo que no había sucedido hasta entonces.
En la 09-10 llegó Esteban Vigo y el equipo tocó de nuevo el cielo con las manos en la última jornada en Irún, en una competición durísima con la Real Sociedad, el Betis y el Levante. Varios jugadores como Delibasic, con un hat-trick al Elche; Calatayud, Rufete, Portillo o Tiago Gomes dieron el empaque definitivo para que el Hércules volviera a codearse entre los grandes. El regreso a la élite 14 años después supuso un nuevo estallido en la ciudad, que lució de nuevo con orgullo los colores blanquiazules. La alegría se desbordó en el verano de 2010 porque el club logró varios fichajes de campanillas, como el del campeón de mundo David Trezeguet, el paraguayo Nelson Valdez o el holandés Royston Drenthe. El momento más álgido fue en la segunda jornada de campeonato, con una rotunda victoria por 0-2 en el Camp Nou ante el Barça de Guardiola, Messi, Iniesta y compañía. En la primera vuelta el Hércules se dio el lujo de ganar al Sevilla y de dejar una noche mágica en el Rico Pérez en la que se ganó 4-1 al Atlético del Kun Agüero, Godín y De Gea.
La entrada del triunfo histórico en el Camp Nou ante un Barcelona estratosférico.
Pero tan pronto como llegó, se fue. Una segunda vuelta desastrosa, enmarañada por asuntos extradeportivos, dio con el club en Segunda en apenas un año. El club jugó la promoción al año siguiente y consiguió una salvación milagrosa en la 12-13, con Quique como entrenador. Sin embargo, en la 13-14 el Hércules cometió de nuevo el pecado de perder la categoría.
2014-actualidad. Caminando en la oscuridad
Apenas una década después, el Hércules se encontraba nuevamente en el punto de partida. Con una deuda acumulada y con la tristeza de tener que reinventarse de nuevo. En las dos primeras temporadas la desgracia se cebó con un equipo que logró meterse en el play-off de ascenso. Ambas tuvieron el denominador común del Cádiz. En la 14-15 una actuación arbitral discutible apartó al Hércules de la final, dejando una imagen icónica, la de Chechu Flores protestando bajo la lluvia del Carranza. El extremo, junto con Paco Peña, fue el gran estandarte de la plantilla de esta oscura etapa. Un año más tarde, un resbalón de Álex Muñoz dilapidó las opciones del Hércules, esta vez en el partido de vuelta de la final.
Chechu retirándose del Ramón de Carranza.
Pasaron tres años hasta que el club volvió a ser respetado en la categoría, fue con Lluís Planagumà en el banquillo y Portillo en la dirección deportiva, en una 18-19 en la que se terminó segundo y se perdió la final contra la Ponferradina. Fue el último grito potente de un Hércules que había llenado el Rico Pérez en el partido de ida gracias al buen hacer de jugadores como Falcón, Juanjo Nieto o Carlos Martínez. En la 19-20 el club coqueteó con el descenso a Tercera hasta que la pandemia cortó la competición. En la 20-21, con nuevo formato, el Hércules volvió a inmolarse y descendió a la 2ª RFEF, la cuarta categoría del fútbol español.
Hoy, inmerso en esta 21-22, el club ha recuperado el aliento de su afición en las gradas, vacías durante un año por las restricciones sanitarias, y se ha vuelto a cerciorar de que es precisamente eso, su gran afición, su valor más activo, el que le acompaña en masa esté en la categoría que esté. Un sentimiento que ya va por cien años. Y que sean muchos más.
#HérculesCF100 | #TempsDeCentenari
Textos: Josep Miquel García, Luis Javier Hernández y Ramón Pérez.